Existen muchas personas capaces de anteponer los intereses de otras personas antes que lo suyos con tal de no pronunciar: ¡no!
Luego, existen otro tipo de personas que, conocedoras de estos primeros, ponen a los individuos entre la espada y la pared porque saben que no serán capaces de dar una negativa por respuesta.
Quédate con esta frase: lo que tú quieres hacer es más importante que lo demás quieren que hagas.
La idea de este artículo surge de la necesidad de cubrir la demanda que muchos de vosotros nos habéis planteado. Os preguntáis por qué no sois capaces de negaros a una situación concreta porque os da reparo lo que vayan a pensar de vosotros, o por qué sois capaces de acabar haciendo algo que detestáis solo por complacer a la persona de al lado, o por qué habéis usado vuestro tiempo libre ayudando a una persona que no os ha dejado otra opción.
¿Cuáles son los factores subyacentes a no ser capaces de juntar la “N” con la “O”?
- Mucha empatía. Como ya sabéis, la empatía nos da la capacidad de ponernos en el lugar de los otros y saber cómo se pueden estar sintiendo ante una situación concreta. Gran parte de las personas que no saben dar un NO por respuesta tienen esta virtud demasiado desarrollada y la llevan al extremo, hasta tal punto que no son capaces de negarse por sentir como propios los sentimientos de los demás.
- Miedo al “qué dirán”. Ya sea porque la persona a la que le estamos diciendo que no sea alguien muy importante para nosotros o porque no nos gusta que puedan llegar a pensar mal de nosotros aunque sean personas desconocidas.
- Demasiado sentido de la responsabilidad. Llega hasta tal punto que nos creemos responsables de los resultados de los demás. Debemos poner límites que eviten que acabemos cargando a nuestras espaldas las tareas que no nos corresponden.
- Exceso de culpabilidad. Pensar que debemos cumplir las expectativas de los demás para no quedar de “malos amigos”, “malos compañeros de trabajo”, etc. Está bien ser altruista y hacer cosas por los demás, pero no podemos poner el umbral de los intereses ajenos por debajo de los nuestros, ya que estaríamos dándole más prioridad a cumplir con las demandas externas que con las internas.
- “Me gustaría que lo hicieran por mí”. Pues sí y no. Puede que te guste la idea de que los demás se presten a echarte una mano cuando lo necesitas, pero ¿te gustaría que se sintieran mal si, por lo que sea, no pueden hacerlo?
Hay muchas cosas que podemos hacer por los demás de manera desinteresada, y eso es algo valorable y que debería seguir siendo así porque nos hace sentir bien tanto a nosotros mismos como a los otros. Pero lo que no podemos consentir es el encontrarnos en una situación desagradable o, incluso, dejar cosas personales e importantes de lado porque alguien nos necesita.
A veces se hace complicado por los factores que hemos mencionado con anterioridad, pero disponemos de una serie de herramientas que nos ayudarán a ordenar nuestras prioridades y transmitir a los demás cómo nos hacen sentir y por qué debemos negarnos en algunos momentos.
“Si tienes que decir que SÍ, dilo con el corazón abierto. Si tienes que decir que NO, dilo SIN MIEDO”. Paulo Coelho.
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