Conocido bajo las siglas TAE, el Trastorno Afectivo Emocional consiste en la presencia de episodios depresivos caracterizados por alteraciones del humor propias de la depresión como pueden ser: tristeza, pesimismo, falta de energía, ansiedad, irritabilidad o pérdida de interés en actividades que antes se solían disfrutar.
El TAE es un tipo de depresión que está relacionado con los cambios estacionales presentes en la transición del otoño al invierno debido a la reducción del número de horas de luz presentes en el día. De este modo, los síntomas comenzarán en otoño y estarán presentes durante todo el invierno hasta que dé comienzo la primavera y los días vuelvan a ser más largos y con mayor número de horas solares.
Los síntomas propios del TAE pueden ser más leves al principio e irán agravándose a medida que avanza la estación. En algunos casos, estos síntomas se ven reducidos en los días más soleados. A continuación enumeramos los signos y síntomas más comunes:
- Falta de energía y motivación. Cambios en el estado de ánimo. La persona se sentirá triste la mayor parte del día durante, al menos, dos semanas en la época específica del año. También puede darse un aumento de la sensibilidad ante las críticas.
- Fatiga sin causa aparente. Cansancio excesivo.
- Dificultad para dormir o excesiva somnolencia. Dormir demasiado o dormir poco.
- Falta de interés por actividades que anteriormente resultaban placenteras. Puede perder el interés en sociabilizar y pasar tiempo con las personas más cercanas.
- Irritación.
- Sentimientos de desesperanza.
- Aumento de peso.
- Apetito excesivo. Tendencia a comer más y una predilección por la ingesta de carbohidratos.
- Tristeza. Suelen darse episodios de lloro sin causa aparente.
Los síntomas pueden darse de manera leve interfiriendo en menor medida en la vida cotidiana de la persona afectada o, por el contrario, ser de una gravedad mayor imposibilitando el desarrollo de una vida normal.
Aunque las causas del TAE no están del todo esclarecidas, todas las investigaciones apuntan a que se trataría de una depresión desencadenada por la respuesta del cerebro a las escasas horas de luz natural. Todo apunta a que la falta de luz solar alteraría la producción, por parte del cerebro, de hormonas clave: la Melatonina y la Serotonina.
Estas dos hormonas ayudan a regular los ciclos de sueño – vigilia, la energía y la falta de ánimo. Los días más cortos y el aumento de las horas de oscuridad pueden provocar que se aumenten los niveles de producción de Melatonina en el cuerpo y disminuir los de Serotonina. Este cocktail hormonal crearía las condiciones biológicas de la depresión.
Sabemos que la Melatonina está asociada al sueño y que el cuerpo la produce en mayores cantidades cuando nos encontramos en condiciones de oscuridad o los días son más cortos (para facilitarnos la conciliación del sueño), por lo que un aumento en los niveles de esta nos hará sentir somnolientos y letárgicos.
El papel de la Serotonina sería justamente el opuesto. La producción de serotonina se dispara en nuestro cuerpo cuando estamos expuestos a la luz solar y disminuye cuando las condiciones son las contrarias, como es el caso del otoño y el invierno. Como remate, es sabido con precisión que los bajos niveles de Serotonina se relacionan directamente con la depresión.
El TAE se da con mayor prevalencia en mujeres que en hombres y puede afectar tanto a niños como a adolescentes y adultos. Además, es un trastorno bastante común en personas que viven muy al norte del ecuador, donde las horas de luz son menores de manera generalizada y el clima es más frío.
Las tres formas principales para tratar el TAE son: terapia de luz, terapia conductual y tratamiento farmacológico.
- Terapia de luz o fototerapia. Indicada para compensar la falta de luz durante el otoño y el invierno. La persona se sentaría diariamente durante unos 30 minutos delante de una caja de luz blanca que emularía la luz solar. Esta exposición diaria a la irradiación de la luz supondrá un aumento de la Serotonina, compensando que no se pueda producir de manera natural y ayudando a la persona a encontrarse en un estado emocional positivo.
- Terapia conductual. Se usarán diversas técnicas similares al tratamiento de la depresión. Una de las utilidades fundamentales es la detección de pensamientos negativos y la sustitución de estos por otros más positivos. Además, se ve necesaria para que la persona comprenda lo que le esté pasando y sea capaz de desarrollar las habilidades necesarias para convivir con ello.
- Tratamiento farmacológico. Aunque siempre que se pueda es mejor evitar el uso de medicamentos, algunas veces se trata de algo fundamental para poder empezar a usar alguna de las otras técnicas anteriormente citadas. En este caso, el medicamento predilecto será los inhibidores de la recaptación de la Serotonina (ISRS) cuyo objetivo será aumentar nuestros niveles de serotonina, al igual que en el tratamiento de la depresión.
También se necesita, de manera fundamental, hacer cambios en el estilo de vida como pueden ser:
- Aumentar la luz solar tanto en nuestra casa como en nuestro lugar de trabajo.
- Salir siempre que podamos. Aunque el clima sea frío o esté lloviendo. Solos o acompañados. Aunque no lo parezca, la luz solar, por escasa que sea, siempre nos vendrá bien. Además, el paisaje y el entorno puede evocarnos sensaciones positivas.
- Tener una vida saludable y activa. Controlar nuestra alimentación y practicar deporta de manera diaria.
Como siempre, nos gustaría recordaros que no se deben llevar las cosas al extremo. Ante alguno de estos síntomas, siempre y cuando se dan de una manera intensa y persistente, lo ideal será acudir al especialista indicado.
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